La viola, el contrabajo y el arco

Dos características de la familia de las violas se encuentran en el diseño del contrabajo 1, los hombros son más caidos y 2, la parte posterior del instrumento es más plana. Esto permite al músico, que debe estar de pié o sentado en un taburete alto, alcanzar todo el instrumento y, en particular, poder tocar las notas al final de la tastiera, cerca del puente. Hacia finales del siglo XVIII el contrabajo tenía tres cuerdas generalmente afinadas en: La, Re, SOL.
El contrabajo es un instrumento transpositor y todas las notas escritas suenan una octava más baja.
El escribir una octava más alta que el sonido real, es claramente necesario para evitarse líneas adicionales debajo de los pentagramas.
Algunos contrabajos tienen hoy en día cinco cuerdas. Esta cuerda extra baja hasta Do, una tercera mayor debajo del Mi inferior.
Cuando pensamos en un contrabajo, las primeras dos cosas que se nos vienen a la cabeza son las siguientes: por un lado, el gran tamaño que posee; por el otro, sus sonidos graves tan característicos. Después ya intentamos ubicarlo dentro de una orquesta o como un instrumento más de una banda musical.
Sobre el sonido
El contrabajo es considerado como el segundo mayor instrumento de la familia de los codófonos o de cuerda, es decir, aquellos que producen sonido mediante la vibración de una o más cuerdas. El primero es el octabajo. Una de las particularidades que mejor define a ambos es su capacidad para proyectar sonidos graves, los más graves que el ser humano puede escuchar, aunque, en el caso del octabajo, al tener las cuerdas afinadas dos octavas más bajas y por tener unas dimensiones superiores, su sonoridad es todavía más grave.
Problemas de adaptación
Desde su creación allá en el siglo XVI, los problemas para hallar un espacio musical propio han sido constantes. Sus proporciones físicas limitaban su proyección al panorama musical, al mismo tiempo que dificultaban su interpretación. Muestra de ello es que no se contó con él para el famoso cuarteto de cuerda, formado por dos violines, un viola y un violonchelo. Poco a poco, los compositores lo fueron incluyendo dentro de sus orquestas, sin embargo su implicación era mínima; únicamente se limitaba a imitar al violonchelo en una octava por debajo, aportando así los sonidos graves.
El espacio propio
Tuvo que esperar hasta los siglos XVIII y XIX momento en el que se empezó a considerarlo como un instrumento serio, capaz de desarrollar una personalidad propia. El compositor italiano Domencio Dragonetti fue uno de los que mayor empeño puso para que el contrabajo se independizara del violonchelo. Su emancipación definitiva se produjo cuando que los grandes compositores de renombre de la época, como por ejemplo Wagner o Tchaikovski, se decidieron a darle el protagonismo que merecía. Gracias a la particularidad de sus sonidos graves los compositores lo han utilizado como muestra de truenos, el caminar de los elefantes, momentos de inquietud, de misterio o sorpresa. No obstante, también se ha requerido su presencia para escenificar dulzura y lirismo.


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